Skip to main content

Gusano barrenador en aves no representa riesgo de alerta: académica de la UAM

No hay evidencia científica de que la plaga pueda diseminarse a través de aves infectadas: Claudia Irais Muñoz


Clara Grande Paz

El gusano barrenador del ganado (Cochliomyia hominivorax) ha generado preocupación tras su reciente detección en un ave, aunque, de acuerdo con la doctora Claudia Irais Muñoz García, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), esto no representa un alto nivel de alerta.

“La gente comenzó a asustarse por la posibilidad de que se diseminara a través del vuelo de un ave infectada, pero no existe evidencia científica que lo respalde”, explicó la profesora del Departamento de Producción Agrícola y Animal de la Unidad Xochimilco.

En entrevista, detalló que los casos de infestación en animales silvestres son más raros que en humanos y suelen estar relacionados con la cercanía a zonas ganaderas, donde los ejemplares, por su comportamiento gregario y constante manejo humano, son los más afectados.

“La fauna silvestre no representa una amenaza. Por el contrario, es vulnerable a esta mosca, que puede ocasionar enfermedades, especialmente en especies que viven en libertad y no tienen acceso a atención veterinaria”.

En el continente americano solo se han documentado tres casos en aves desde el siglo pasado hasta la fecha. El más reciente, ocurrido en el municipio de Emiliano Zapata, Tabasco, corresponde en forma presunta a un aguililla pecho rojo (Buteo lineatus), un ser silvestre que, al ser encontrado herido de bala en una de las alas, fue llevado a una clínica para su atención en donde se encontró el gusano.

Esta plaga afecta principalmente a animales vivos, introduciéndose en heridas abiertas para alimentarse de tejido sano, lo que provoca una infestación parasitaria conocida como miasis. Aunque también puede presentarse en caballos, cabras, ovejas, perros, gatos e incluso humanos, la mayor parte se da en el ganado vacuno.

“Resulta más susceptible a presentar heridas al estar sujeto a un manejo humano. Los sitios de marcaje con hierro, los aretes de identificación colocados en las orejas, las lesiones en el ombligo de animales recién nacidos y hasta una pequeña herida apenas visible provocada por una garrapata hace que predomine en estos ejemplares”.

Si bien los casos en personas (alrededor de 49 en todo el país) y perros están asociados con zonas rurales o ganaderas y son pocos en comparación con los cientos de registros presentados en rebaños, la situación preocupa porque la cercanía con las poblaciones urbanas es cada vez mayor, expresó.

En los humanos, los síntomas incluyen dolor, enrojecimiento, secreción en la herida y, a medida que las larvas crecen, provoca una sensación de movimiento bajo la piel, por lo que es crucial buscar atención médica para la extracción de las larvas y evitar complicaciones.

En ese sentido, indicó que las lesiones pueden agravarse tanto en fauna como en humanos y dependerá de factores como la edad, condiciones de salud y la cantidad de larvas, pues no es lo mismo tener cinco o seis, que cientos o en algunos casos reportados, miles.

“Es importante aclarar que la mosca no puede hacer una herida y más bien es atraída por la liberación de ciertos olores o mediadores químicos, que desprende la lesión en donde puede llegar a depositar hasta 300 huevos, los cuales en menos de 20 horas se convierten en larvas”.

Plaga terrible

De acuerdo con la responsable del Laboratorio de Parasitología, esta especie parecida a la mosca común en etapa adulta aparece en crónicas desde la época de Hernán Cortés y hay referencias de prisioneros marcados con hierro en la cara que después presentaron miasis.

“Desde el año 1500 existe la sospecha de su existencia; fue descrita oficialmente en 1800 en la Guayana Francesa, en una isla de prisioneros y se encontraba desde el sur de Estados Unidos hasta el sur del continente”.

Durante décadas, México y Estados Unidos trabajaron para combatirlo, a partir de la técnica del insecto estéril (TIE), que consiste en la liberación de millones de moscas estériles para interrumpir el ciclo reproductivo de la plaga.

“Cuando se estudió la biología de esta mosca en particular, se supo que las hembras sólo permiten ser copuladas una vez en su vida y surgió la iniciativa de criar y esterilizar en un laboratorio a los machos, primero con rayos X y luego con gamma”.

Sin embargo, consideró que este método no es del todo efectivo porque es complementario a la detección y limpieza de heridas, remoción de larvas, aplicación de insecticida y si esta labor no se hace en conjunto, la liberación de machos no garantiza su erradicación.

La doctora Muñoz García señaló que México logró erradicar al gusano barrenador en la década de 1990 y en 1991 fue declarado libre de esta plaga. Esto llevó, en 2013, al cierre de la planta productora de moscas estériles ubicada en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

Fue hacia finales de 2024 cuando se detectó un brote en el sur de México, con énfasis en el referido estado de la república donde factores como el clima tropical y el calor han favorecido que el ciclo de la mosca se complete y sobreviva todo el año, lo que ha generado pérdidas económicas significativas, incluyendo el cierre de fronteras para la importación de reses desde nuestro país.

“Hasta ahora se han perdido 400 millones de pesos en este bloqueo económico de venta de ganado, que fue criado para venderse en Estados Unidos. El panorama se vislumbra complicado y no ha mejorado a partir del nuevo caso de gusano barrenador en Sabinas Hidalgo, Nuevo León, a sólo 112 kilómetros de la frontera”.

Sobre la reapertura de la planta productora de moscas, reconoció que su reacondicionamiento puede llevar meses, además del recambio de generaciones veterinarias que implica una actualización y capacitación de personal.

En el caso de la Licenciatura en Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Unidad Xochimilco, la doctora Muñoz García precisó que el plan de estudios en el módulo de Enfermedades infecciosas y parasitarias, incluye el tema de la miasis, la cual puede ser ocasionada por distintas especies de moscas.

“Estos insectos representan un problema para los animales, hay los que succionan sangre, los que pueden ser vectores de padecimientos bacterianos, o los que en fase de larva se alimentan de tejidos y en donde probablemente los pertenecientes a la familia Calliphoridae sean los más peligrosos”.