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Investigadores de la UAM diseñan una bebida simbiótica antidiabética con aguamiel

La doctora Alma Elizabeth Cruz Guerrero encabeza un equipo que trabaja este proyecto, que también busca favorecer a productores de agave


María Teresa Cedillo Nolasco

Un grupo de investigación del Departamento de Biotecnología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), liderado por la doctora Alma Elizabeth Cruz Guerrero, trabaja en el diseño de una bebida simbiótica a base de aguamiel, con el propósito de favorecer la salud de las personas que padecen diabetes y contribuir a mejorar la economía de productores de agave.

La profesora, responsable del Laboratorio del Área de Alimentos, expuso en entrevista que el proyecto está enfocado a obtener una bebida que tenga efecto en un padecimiento con el que viven casi 12 millones y medio de mexicanos, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut 2021).

En este espacio “tenemos más de 10 años laborando con aguamiel, ya que contiene ciertas propiedades que ayudarían a controlar, no a erradicar, la enfermedad y, por otro lado, tenemos colaboración con otra área de investigación dedicada al estudio de productos lácteos, en particular con proteínas de suero de leche”, explicó.

El agave es una planta “muy lista” porque sobrevive en condiciones muy extremas, por ejemplo, en ambientes de escasez de agua y se adapta a climas fríos. Además es muy versátil e interesante históricamente, por la importancia prehispánica que se le daba a uno de sus derivados: el pulque.

Esta “bebida de los dioses” es la materia prima de este líquido simbiótico, del cual proviene del aguamiel, que se obtiene por métodos tradicionales y del que “recuperamos compuestos conocidos como prebióticos, pequeñas cadenas de azúcares unidas, que al consumirlas alimentan a nuestras bacterias intestinales haciendo que sólo crezcan las buenas y no las malas”.

Por lo anterior, cuando alguien está enfermo de diarrea y consume esta savia, en forma general mejora “porque estos prebióticos ayudan al crecimiento de bacterias buenas” y contribuyen a tener una microbiota sana, dijo la académica.

Una de las características de estas bacterias buenas es que generan compuestos que ayudarían a controlar la diabetes; se trata de metabolitos que permiten que el azúcar se absorba, más rápido o más lento, en el organismo, “que es el serio problema de esta enfermedad; es decir, una persona diabética tiene un descontrol de la absorción de los azúcares y, en consecuencia, se acumula en la sangre”.

Las bacterias buenas ayudan porque esos metabolitos estimulan la producción de un péptido llamado glucagón-1, que ayuda a controlar el transporte de la glucosa y se cree que facilita estimular la secreción de la insulina, “aunque tal función no está probada todavía”.

Existen estudios en animales (ratas) a los que se les induce el padecimiento y se les ha dado a consumir líquidos elaborados a partir de aguamiel, encontrando que hay una actividad antidiabética; sin embargo, “queremos elaborar una bebida con mayor potencia y, por ello, adicionamos proteína de suero de leche, ya que de ésta se obtienen péptidos antidiabéticos.

“Ya hemos hecho estudios preliminares con las proteínas del suero y ahora lo que hacemos es adicionarlas al aguamiel, agregar una bacteria probiótica, que es de esas bacterias buenas para el intestino, y poner a fermentar con la idea de que esta bacteria produzca péptidos antidiabéticos”.

El propósito es que “cuando tomemos esta bebida simbiótica realizada a partir de aguamiel, proteína del suero de la leche y bacteria probiótica Lactobacillus rhamnosus GG tengamos los beneficios del prebiótico del aguamiel, del probiótico y los péptidos; es decir, queremos que en un mismo vehículo vayan los tres elementos”.

La doctora Cruz Guerrero añadió que los péptidos antidiabéticos se han estudiado de manera directa de proteínas de leche o de otro origen y lo que provocan es unirse a enzimas para inhibir que se absorban todos los carbohidratos y entonces “tengamos menos cantidad de azúcar en la sangre”, o bien estimular las señales de saciedad de manera que la persona no consuma tantos carbohidratos y se disminuya la glucosa.

Una vez teniendo el conocimiento de cómo actúa el aguamiel, las proteínas y los probióticos, y que en forma aislada tienen su efectos y beneficios, “quisimos unir todo” en un solo producto.

El reto es hacer la bebida, esto es, encontrar las condiciones adecuadas para que realmente la bacteria crezca, produzca estos péptidos y empezar con las pruebas in vitro; hasta ahora “todo augura que será una bebida adecuada que posibilitará después dar el segundo brinco para efectuar los estudios en ratas”. El proyecto se encuentra en su etapa más básica “porque estamos uniendo en uno solo, tres de ellos con los que ya se venía trabajando”.

La investigadora mencionó que una vez que ya se tiene este saber “quisimos buscar un beneficio a la colectividad –en la actualidad colaboran con la cooperativa Néctar de los dioses del municipio de San Agustín, Hidalgo, que encabeza el señor Valentín Gutiérrez Santillán– que genera aguamiel, pues aunque el pulque ya no se consume mucho y la planta va siendo abandonada, todavía hay muchos plantíos en Tlaxcala, Hidalgo y el Estado de México, donde los productores han sobrevivido con lo que pueden”.

El acercamiento de más de diez años con estas comunidades ha resultado en el diseño de mieles, jarabes y vinos; sin embargo, desde el punto de vista de salud es factible tener otros beneficios y, por ello, “les estamos proponiendo esta nueva estrategia para elaborar y comercializar otra bebida que económicamente resultará muy importante para estos grupos, además de contribuir a controlar una enfermedad tan extendida en el país y en el mundo”.

En el proyecto participan la doctora Mónica Robles Arias, quien se encuentra realizando una estancia posdoctoral en este laboratorio; un ayudante de laboratorio, así como estudiantes de licenciatura y dos de la maestría y el doctorado en Biotecnología de la Unidad Iztapalapa, mientras que de la sede Lerma están el doctor Mariano García Garibay y alumnos de la Licenciatura en Alimentos. También se cuenta con la colaboración del doctor Guillermo González Olivares, de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, quien es egresado del campus Iztapalapa.